Carta 4: Sobre la importancia de la gratitud…

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“Da las gracias; siempre. El Universo recompensa los buenos modales”.

Querida Elena,

No es casualidad que ‘gracias’ sea una de las primeras palabras que aprendemos a decir. Los padres solemos introducirla al vocabulario de los más pequeños desde muy temprano como una de dos palabras ‘mágicas’, junto a su eterna compañera: por favor. En casa no ha sido la excepción. Desde pequeña hemos intentado enseñarte la importancia de dar las gracias siempre. Ahora que estás más grande, es música para mis oídos de madre escucharte dar las gracias siempre que obtienes algo, sin importar que tan fácil o difícil te haya llegado. Ojalá nunca pierdas este bonito hábito y con el tiempo comprendas que un corazón agradecido es un corazón bendecido.

Gracias es una palabra sencilla pero sumamente poderosa. Cuando pronuncies esta palabra mágica, procura hacerlo desde el corazón y que venga acompañada del sentimiento y la honestidad que merece. Un ‘gracias’ más que decirse, se siente. Más que una simple palabra, es un sentimiento, una actitud, un estilo de vida; la gratitud al igual que la felicidad es también una elección.

Al elegir vivir en gratitud, eliges permanecer en un estado de paz, expansión, armonía y abundancia. Eliges valorar lo que tienes sobre lo que te falta, y al elegir ver el lado positivo de cada persona o situación, se abren puertas y posibilidades que antes no lograbas ver; el universo decide recompensar tu optimismo y gratitud con más abundancia. Además, está comprobado que los beneficios de vivir en un estado constante de gratitud son incontables para tu salud física, mental y emocional.

Agradece pues cada mañana después de una noche de buen descanso e agradece incluso aquellas noches ocasionales de insomnio, por que es a veces en estos momentos cuando llegan las grandes iluminaciones y los momentos de mayor claridad. Agradece incluso noches como esta en la que literalmente no he pegado ojo, pero pude presenciar el milagro del amanecer. Agradece cada noche después de un día ajetreado pues significa que has tenido las manos y la cabeza ocupada cumpliendo tus sueños.

Agradece por cada parte de tu cuerpo, incluso las que no te gustan por que cada una de ellas forma un todo maravilloso que te hace tú; un único, bello, inigualable e irrepetible tú. Agradece por cada uno de tus sentidos que te permiten sentir, saborear y disfrutar tan profundamente la belleza y las delicias de este mundo. Agradece por tu salud, física y mental, y por que en caso de que te faltara tienes los recursos para tratarla en un lugar digno.

Agradece por tu familia y por los amigos incondicionales. Por el hombro que te prestan para llorar, por sus palabras de aliento, por su sinceridad, por la compañía, el amor, el tiempo, el apoyo que te brindan, las risas e incluso por los enfados, discusiones y por cada palabra dura que hayan tenido para ti, por que de estas también has aprendido; de ellos y de ti misma.

Agradece también por los amigos y los amores que una vez fueron y ya no están, por que estuvieron presentes en el lugar y el momento preciso que debían estar y la vida fue tan sabia y generosa de apartarlos de tu camino cuando en vez de sumar comenzaban a restar. Elige cerrar ciclos y soltar con amor y gratitud, y el universo se encargará de llenar con mejores cosas todos los vacíos que vayan quedando.

Agradece por la educación que has recibido y las puertas que te ha abierto. Agradece también por aquellas puertas que te han cerrado pues aunque no logres verlo en el momento, no eran las que te convenían. Agradece por el trabajo y la capacidad que tienes de generarlo para otros que lo necesitan más que tú. Agradece incluso por los problemas y por los recursos que tienes a tu disposición y tu capacidad infinita para resolverlos.

Celebra con gratitud cada triunfo e incluso cada derrota, por que en la derrota también hay importantes lecciones dignas de agradecer.

Agradece por tus dones y tus talentos; la mejor manera de aceptarlos con gratitud es compartiéndolos con el mundo y poniéndolos a buen uso.

Agradece incluso a los desconocidos que pareciera que se han propuesto sacar lo peor de ti. Agradece al imprudente, al ofensivo, al conductor temerario por que te han enseñado el valor de la paciencia, la gracia, el respeto y a establecer tus propios límites. Agradece al tráfico por que la vida te está obsequiando unos minutos a solas en medio del caos del mundo para que vayas más despacio, escuches los deseos más profundos de tu corazón y aclares tus pensamientos. Agradece al malhumorado, al enfadado, al triste, y al amargado, por que aunque quizás no lo parezca, probablemente tú fuiste la mejor parte de su día; agradécele pues que te haya permitido ser luz sin ni siquiera saber que lo hacía.

Agradece a todo aquel a tu alrededor que hace tu vida más fácil. A quien prepara y sirve tus alimentos por que el fruto de su trabajo nutre tu cuerpo y alimenta tu alma. Agradece al portero que abre y cierra la puerta por ti, cuando llevas las manos y la cabeza ocupada. Agradece a todo aquel que atraviesa tu camino y reconoce que cada quién está ocupando en ese preciso instante el lugar que le corresponde para que tú puedas seguir con lo tuyo.

Agradece por la naturaleza y los muchos regalos que nos obsequia, por que son un constante recordatorio de los pequeños milagros de vida que hay alrededor nuestro y que a veces olvidamos detenernos a contemplar. Pasa más tiempo mirando al cielo y agradece por la capacidad que posees de reconocer la belleza en un amanecer o en un atardecer. Agradece una buena tormenta o un día de intenso calor, por que tienes donde refugiarte de ellos y recuerda con acciones y compasión a aquellos menos afortunados.

Agradece la capacidad que tienes de reconocer a Dios y su majestuosidad en todo y en todos, desde un espectacular amanecer hasta el milagro de escuchar por primera vez el llanto de un recién nacido.

Recuerda hija, que en la medida que agradezcas, el universo recompensará tus buenos modales y enviará a tu vida más cosas por las que estarás agradecida.

Yo agradezco a Dios cada día de mi vida por ti.

Te quiere,

Mamá.

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