Carta 20: Sobre la intuición

“La intuición no responde a ningún tipo de lógica ni ciencia, es más un regalo; es el lenguaje divino y sutil del alma”.

Querida Elena,

Habrás escuchado que las mujeres tenemos un sexto sentido. Incluso que este se despierta o agudiza cuando nos convertimos en madres. Recuerdo que cuando eras más pequeña, tuviste dos accidentes (típicos de la energía y curiosidad de una niña muy activa) que nos obligaron a llevarte al hospital y de recuerdo aún conservas dos modestas cicatrices, una en tu labio inferior y otra en tu barbilla. ¿Me creerías si te digo que instantes antes de que ambos accidentes sucedieran, de alguna manera sabía que ocurrirían? ¿Fueron estos presentimientos, coincidencias o premoniciones?.

Quizás este fenómeno tiene un nombre y explicación que desconozco, pero para mí, hija, eso es un ejemplo perfecto de cómo funciona la intuición, y este tipo de inteligencia, don, regalo o como quieras llamarle, no solo lo tenemos las mujeres o las madres; lo tenemos todos. Es aquella vocecita que te advierte, que te anuncia, te cuida, te protege, te guía, te soluciona, te ilumina y te responde; solo hace falta acallar un poco la mente y conectar con nuestras emociones y pensamientos de manera auténtica para escucharla y poder acceder a sus regalos. 

¿Te ha pasado que a veces conoces a alguien y de inmediato te sientes incómoda en presencia de esa persona y desconfías de ella sin poder explicarlo por que apenas le conoces? ¿Te ha pasado que estando lista para acudir a algún compromiso decides cancelar a última hora por que tienes un mal presentimiento? O en algo tan cotidiano como el tráfico, ¿te ha pasado que vas camino a un lugar para el que has planeado previamente una ruta y en el último instante decides cambiar de dirección y desviarte sin razón aparente? 

No te voy a hablar en términos científicos ni de funciones cerebrales por que carezco de la autoridad para hacerlo. Te escribiré entonces desde un lugar más intuitivo. Para mí la intuición no responde a ningún tipo de lógica ni ciencia, es más un regalo, es el lenguaje divino del alma; y este a veces tiene el poder incluso de salvarte, o al menos facilitarte en gran medida la vida. Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha sobrevivido en gran parte gracias a su intuición. Es una herramienta de supervivencia, es si quieres verlo así, uno de nuestros superpoderes. 

Al nacer, todos llegamos a este mundo siendo seres intuitivos.Habemos quienes decidimos desarrollar y aprender a escuchar esa voz y quién decide olvidarla, enterrarla e ignorarla. Es común que con el tiempo, la nueva información que vamos adquiriendo e integrando, los condicionamientos sociales y las distracciones superficiales y materiales vayan interfiriendo con esta voz haciendo que se pierda entre tanto ruido. Hasta que un buen día olvidamos por completo que venimos programados con esa poderosa herramienta incorporada y comenzamos a depender de factores ajenos a nosotros mismos para tomar decisiones y movernos por la vida.

La vida es una constante toma de decisiones. Pasamos gran parte de nuestros días pidiendo opiniones a terceros sobre nuestra situación, haciendo minuciosos cálculos y análisis considerando cualquier cantidad de factores externos y explorando los pros y contras de cada una de las posibilidades, dejando como último recurso al que acudir, aquella voz que que siempre está a nuestra disposición y que en el fondo siempre sabe qué camino elegir y que aun así a veces decidimos ignorar. 

Si bien hay decisiones que debes tomar estrictamente desde la lógica y la razón, la intuición es una excelente herramienta a la que acudir cuando hay conflicto entre el corazón y la cabeza. A veces los gritos de una mente confundida y agitada acallan el suave susurro del corazón, pero esto no le quita su poder ni razón. La intuición es la suave voz del corazón. A veces la intuición pone en duda toda lógica, todo aquello que nos parece seguro y cierto, y a veces; esto es precisamente lo que necesitamos. Si tan solo de vez en cuando te permitieras sentir un poco más que pensar, obedecer un tanto más a la intuición que a la lógica y a la razón (que no son incompatibles) quizás estarías más receptiva, más atenta, más alineada con los verdaderos deseos de tu corazón. Quizás las respuestas que en el fondo ya sabes y siempre han estado en ti, llegarían con más facilidad y sobre todo con más claridad; tomar decisiones fuera un proceso mucho más fluido, placentero y natural. 

Cuando actúas siguiendo tu intuición de manera responsable, actúas en coherencia con tus emociones, pensamientos y valores. Es cuando intentas actuar en contra de estos que se presenta el conflicto y la indecisión y comienzas a actuar y decidir desde el miedo y la desesperación. Seguir tu intuición es simplemente darle voz y poder consciente a todo aquello que por demasiado tiempo ha habitado en las sombras de tu inconsciente y que por una razón u otra has decidido callar. Al final, escuchar, seguir y actuar en base a tu intuición, es darte un voto de confianza a ti misma. Es también un acto de valentía, por que a veces confiar en nosotros mismos es el acto más grande de valor que podemos obsequiarnos.  

La intuición llega a veces en forma de un susurro, de una corazonada, de un impulso repentino, puede ser un pensamiento o sentimiento que ha venido gestándose durante un largo período de tiempo, a veces incluso se manifiesta con sensaciones físicas con tal de llamar nuestra atención, puede llegar quizás como una sensación inexplicable en el estómago. A propósito, ¿sabías que tu estómago es tu segundo cerebro? ¿por qué entonces lo ignoras tan seguido? La intuición rara vez se equivoca, rara vez miente; somos nosotros quienes nos mentimos a nosotros mismos al decidir ignorarla.

A veces la intuición es sutil, a veces es constante e insistente y a veces es rotunda y absoluta. A veces incluso se hace confirmar a través de terceros y señales, pero no porque esta información que necesitabas confirmar viene de ellos, sino por que esta información ya estaba en ti. Lo importante es que recuerdes que la fuente siempre está en ti; la fuente eres tú y es la parte de Dios y el universo que habita en ti. Pídele que se manifieste en ti de manera clara y rotunda, pide señales y mantente atenta. El universo está escuchando todo el tiempo lo que le pides y siempre querrá lo mejor para ti. 

Presta también atención a tus sueños. A veces los mensajes y respuestas que tanto tiempo llevamos pidiendo recibir, logran colarse en ellos.  No seas rápida en descartarlos como una simple casualidad. La intuición no es compleja, en realidad funciona de manera tan natural y sencilla que quizás por eso como criaturas complejas que somos, nos resistimos tanto a ella. 

Es normal que con el tiempo y las experiencias vividas sientas que has perdido esa conexión con tu voz interior y tus corazonadas sean cada vez más débiles o elijas ignorarlas con mayor frecuencia, pero es importante que sepas que siempre que quieras, puedes volver a conectar con tu intuición, puedes incluso desarrollarla y entrenarla para acceder a ella de manera inmediata siempre que lo necesites. Basta con que dediques unos minutos a solas para estar en silencio contigo misma. Ve hacia tu interior, sin juicios, conecta con tu verdad, con tus miedos, sueños y anhelos. Observa, escucha, recuerda y sobre todo permítete sentir. ¿Qué te dice tu alma? ¿Qué te dice tu cuerpo? ¿Qué te está intentando decir esa vocecita que llevas tanto tiempo ignorando? ¿Qué decisión importante llevas posponiendo? ¿Qué te pide tu corazón? ¿Qué camino vas a elegir?.

La intuición es un regalo hija, y un regalo así de especial no se rechaza, devuelve o ignora. Agradécele entonces al universo, y recíbelo con los brazos y el corazón abiertos. 

Creo que ya he cerrado otras cartas con esta frase, pero el recordatorio no está demás: Recuerda, en el fondo, tú ya sabes todas las respuestas.

Te quiere,

Mamá. 

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