Carta 11: Sobre perder el miedo…

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    “El miedo no es más que un ladrón de sueños; no permitas que robe los tuyos”.

Querida Elena,

Cuando eras pequeña era muy frecuente que te despertaras a media noche aterrorizada llamando a gritos Mamá o Papá. Te escondías bajo las sábanas mientras nos hacías prender la luz y revisar cada rincón de tu habitación para demostrarte que no había nada que temer.

No sé qué edad tendrás ahora que leas estas cartas ni qué habrás hecho de tu vida, no sé si todavía te despiertas por la noche agitada con un nudo en el pecho y tengas a alguien a quien llamar. Sólo espero de corazón que ya no tengas más miedo, y si lo tienes, ojalá que ahora comprendas que es tan sencillo como volver a prender la luz para poder ver todo con más claridad y así poder vencerlo.

Todos hemos sentido miedo de algo alguna vez. Sentir miedo es normal, no es de débiles ni cobardes, al contrario, ser valiente no es la ausencia del miedo, es reconocer que lo tienes y aún así continuar con tus planes; es no permitir que te atrape en sus trampas y mentiras.

Para vencer tus miedos, primero debes conocerlos, explorarlos; y para conocerlos debes hacerte muchas preguntas que podrían resultarte incómodas pero que son necesarias para poder reconocer si todo este tiempo sólo has sobrevivido paralizada por el miedo en vez de vivir. Que se te pase la vida de largo, eso sí que da miedo. Aceptar que tienes miedo es el primer paso para perderlo. Pregúntate si estás viviendo la vida que realmente quieres. Si no es así, pregúntate qué te detiene. Imagina la persona que serías si no tuvieras miedo y ve a serla. No permitas que el miedo decida quién eres ni la vida que vas a vivir.

Cuando exploras tus miedos y decides hacerte su amiga, logras reconocer entre los que son reales y aquellos que no lo son, y además son irracionales. Cuando el miedo es real, debes detenerte a escucharlo pues puede protegerte de algo, pero cuando el miedo es irracional es precisamente una invitación a enfrentarlo. Si lo ves con buenos ojos, el miedo en realidad llega para obligarte a ser la mejor versión de ti  misma, a sacudir tu realidad, a sacarte de tu zona de confort,  pero esto pasa sólo si te atreves a mirarlo a los ojos y desenmascararlo. El miedo al fracaso, al rechazo, al amor, a dejar ir, es en realidad una invitación, un reto, a que lo intentes y te demuestres a ti misma de qué estás hecha.

Todos los grandes logros y sueños inician con una dosis saludable de miedo. Sentir algo de miedo es a veces incluso responsable, permitir que te detenga no lo es. No temas fallar, teme no haberlo intentado jamás. El miedo no es más que un ladrón de sueños, no permitas que robe los tuyos. El miedo en sí en realidad no es el enemigo. Dejar de actuar en su nombre sí lo es. Esperar que llegue el día en que dejes de sentirlo para comenzar a vivir tu vida y cumplir tus sueños también lo es.

El miedo, como todo lo que nos disgusta, es en realidad sólo un espejo mostrándote lo que necesitas cambiar en tu vida por que te está impidiendo avanzar. Usualmente lo que más temes, es lo que más debes enfrentar para que tu vida pueda comenzar a fluir. Recuerda el infinito poder que posees de crear tu realidad y manifestar todo aquello en lo que pones todas tus energías. El miedo te hace concentrarte en lo que no quieres más que en lo que realmente quieres pero si te enfocas en lo que temes, eso es precisamente lo que llegará a tu vida.

El miedo no dura para siempre, como todo en esta vida, pasa. Lo que jamás superas es la frustración de haber vivido una vida sin haber hecho lo que en el fondo siempre quisiste hacer, de no haber amado a quien siempre quisiste amar, y no haber sido quien siempre soñaste ser.

Ve por ese sueño. Persigue esa idea. Pide ese ascenso. Renuncia a ese empleo. Emprende con ese negocio. Haz ese viaje. Múdate de ciudad. Escribe el libro. Dile a esa persona que la amas o dile a esa otra persona que ya no la amas. Prueba aquello que llevas tanto tiempo deseando probar. Corta con lo viejo. Deja de huir. Haz todo aquello que una vez te privaste de hacer en nombre del miedo. Todo aquello con lo que alguna vez solo te has atrevido a soñar, está después del miedo.

No confíes en el miedo y en las mentiras que te cuenta, de si eres capaz o no, de si te lo mereces o no, de si es demasiado tarde o no. Confía en tu intuición, confía en tus ganas; que sean siempre más las ganas que el miedo. No permitas que el miedo reduzca tu mundo a uno muy pequeño donde nunca nada pasa.

Y tú hija, ¿qué harías si no tuvieras miedo? ¿qué te piden a gritos tus ganas? ¿lo sabes verdad? Pues ve y hazlo. Hazlo con miedo; pero hazlo. Y si fallas, pues no pasa nada, prende la luz, respira, y si realmente lo deseas; vuelve a intentarlo.

Te quiere,

Mamá.

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